miércoles, 29 de junio de 2011

Cerca, muy cerca del final

Todo se va acabando en esta etapa. Ayer hice la última clase de feldenkreiss. De momento. Aunque el profesor (Fernando) se despidió porque se vuelve a Argentina. No se qué será de mi cuidado físico, pero a él solo puedo desearle que sea feliz.
Mañana acaba junio. Yo ya estoy suficientemente despedido, aunque mañana todavía habrá que aguantar el tipo.
Luego el verano nos vendrá bien a todos. Así que buen verano.
Antes de irme os dejos dos links. Uno os llevará a una entrevista para la radio que me hizo Germán a finales de mayo. Tiene la ventaja de que se puede parar en cualquier momento.
El segundo link os llevará a mi nuevo intento de blog. El 1 de julio nace: "Después de educar en Otxarkoaga". Ya veremos dónde llega.

sábado, 25 de junio de 2011

Txuma


Corría junio de 1988. Yo me había embarcado en una hipoteca muy poco tiempo antes. Jon Ander y Mikel tenían cuatro y dos años respectivamente. Y me echaron, me dijeron que allí ya no había trabajo para mí. También entonces se juntaban factores objetivos que cualquiera podía compartir (sobraba personal porque el número de alumnos había caído) con elementos puramente subjetivos a la hora de concretar quién era  el que sobraba.
Algo entiendo de lo que te puede estar pasando. Y me adelanto a cualquier respuesta pensada con algo tan irracional como lo siguiente: si no me hubieran echado, no te hubiera conocido. Y este pensamiento tan poco racional no justifica nada de lo que ocurre.
Se repite el mismo esquema: hay quien decide y quienes “somos decididos”. Que te quede muy claro que si hubiera decidido yo, tú no serías el “decidido”. Cada uno de los que te rodeamos tendremos un firme candidato a sustituirte en ese “no hay trabajo para ti”. Incluso puedo ser capaz de “inventar” formas de que no sobre ningún trabajador cuando el trabajo falta. Pero, cuando la inmediatez de este encontrarte en la calle, sin trabajo, se pasa, queda la gran pregunta: ¿por qué yo? Y ¿quién ha dicho que yo?
La historia de la libertad es la historia de la consecución de mayores cuotas de decisión en lo que nos atañe. Cuando todos decidamos sobre aquello en lo que “somos decididos” se habrá cumplido la historia del hombre porque la historia del hombre es la historia de su libertad. Claro que entonces no habrá ya poder. “El poder de decisión para quien “es decidido”.
Escribo, TE escribo, en una calurosa noche, mucho menos cálida que la del Amboto, el día que hubiera sido la cena de mi despedida si no me hubierais engañado, bebiendo de la misma botella que entonces y, aunque no estás frente a mí, siempre estarás conmigo.
Ojalá codo con codo sigamos conquistando parcelas de decisión, aunque ninguno lo hagamos ya en la EPO. El mundo es muy grande.
Espero que los que no sois Txuma y leéis esto entendáis que mi blog le debía una entrada específica para él.
Buen finde para todos

martes, 21 de junio de 2011

El rapto


Especialmente para Txutxi, Txutxo, Bego, Perfe, Isma, Laura, Maite, Esther, Txuma, LeireRo, Zuriñe, Iñigo, Ricardo, Andoni, Ainhoa, Nuria, Irune, LeireCa, Estela, Naiara, Rakel, Nancy e Ibone. Aunque no sólo para ellos.
“¡Eh!, ese es Txutxi. ¿Qué hace aquí?” Así empezó el último sábado cuando ya el sol calentaba y el reloj marcaba las once pasadas.
Así empezó un “bonito” rapto. Y yo en la inopia. Durante meses, me enteré después. Ante la mirada – complacida y cómplice – de Pili.
De Santoña al Amboto, con parada en Durango para reponer, me dejé llevar en un viaje entre emociones, recuerdos, abrazos, margaritas, risas, juegos, globos, música de guateque y de acordeón (esta última en directo).
Salvo unos pocos (la vida de cada uno tiene sus exigencias y compromisos), allí estabais casi todos los que habéis compartido las peripecias que he ido contando en este blog. Y los que no estabais os habíais conchabado con ellos para que el rapto tuviera su golpe de efecto en la sorpresa. Algunos, incluso, os hicisteis notar a través del móvil
Os lo dije y os lo escribo: no os echaré en falta porque siempre estaréis conmigo.
A cada uno de vosotros os deseo un día como éste. Ojalá vuestros compinches de entonces os preparen algo semejante. Si me avisan allí estaré.
Y no se me olvida: un gran “merci” a quien corresponda.

viernes, 17 de junio de 2011

Evaluando

Hoy he asistido a las dos últimas evaluaciones finales de mi andadura profesional. Así que quiero dejaros las últimas reflexiones sobre el momento último de curso, el más importante (¿) por lo que tiene de “definitivo”. Y no quisiera que esto fueran palabras que cualquiera pueda decir en cualquier sitio, sino palabras dichas por un educador en Otxarkoaga.
Se trata de recordar dos ideas que hemos barajado muchísimas veces y que si ahora las escribo es por si sirven para dar paz a algunas inquietudes que no acabamos de dominar.
La primera idea es mi convencimiento de que los profesores nos evaluamos junto con los alumnos. Si ellos han fracasado, nosotros hemos fracasado y si ellos han “triunfado” nosotros hemos triunfado. Ese empeño (bendito empeño) de nuestros tutores por arrancar aprobados en la última sesión de evaluación es un empeño por dignificar y “aprobar” el trabajo que los profesores hemos hecho con los alumnos. Seguid peleándolo. Algún día  todos lo agradeceremos.
La segunda idea tiene que ver con el objeto de nuestra evaluación. A veces (todavía demasiadas veces) tratamos de evaluar ese objeto oscuro de deseo escondido en los pliegues profesorales que todos mantenemos. ¿Han llegado a almacenar suficientes conocimientos como para darles nuestros parabienes? Oscuro objeto de deseo que no nace de nuestra inspiración educadora. De nuevo hemos de ser conscientes de que somos educadores y lo que vamos a evaluar es si se han cumplido y en qué medida aquellos objetivos que nos planteamos en Septiembre.
Es en Septiembre cuando empieza la evaluación. Es entonces cuando hay que establecer los objetivos a perseguir. Muchas veces objetivos individualizados que nada o casi nada tienen que ver con el “almacén de conocimientos”. Ese es el momento de la verdad, el momento - fresco todavía – apropiado para analizar, discutir, poner en común,… Y luego respetar a cada educador y ayudarle en lo posible, mientras él me ayuda a mí.
Y ya está. He disfrutado mucho evaluando con vosotros. Ya sabéis cómo me gusta discutir y chinchar, así que estos eran de los mejores momentos del curso, aunque también yo –otros años- llegaba cansado.
Buen finde.