miércoles, 29 de diciembre de 2010

Urte berri on

Estoy pasando un par de días casi solo. El mundo, la gente (vosotros) (y el ordenador) que me he traído conmigo a Santoña hacen que mi soledad no sea completa. Afortunadamente.
Para unos días, la situación es ideal (o casi). Las tareas de la casa, del comer,… me quitan muy poco tiempo. El resto, leo, veo cine, escribo, pienso, paseo, me pienso. Es la traducción laica de unos sabrosos ejercicios espirituales. Ese tiempo dedicado a uno mismo, que tan difícil es sacar en Bilbao.
Materiales: estoy leyendo a Bucay (uno de esos libros de autoayuda que, sin conocer, siempre he menospreciado y que me está haciendo cambiar de opinión) a Mendoza (Riña de gatos) que parece que empieza a engancharme, aunque ya han trascurrido demasiadas páginas; estoy volviendo a ver un cine maravilloso (¡ganas tenía!, ¡tiempo he tardado!): “Los 400 golpes”, “Casablanca”, “Tres colores: azul”. Y sol, playa, mar, aire libre. Me he traído la cabeza y los sentimientos (y los sentidos), y también los he usado. Además he escrito la “segunda parte” de mi último cuento (“Saltarás), que ya os lo copiaré.
Sólo me hubiera faltado papel y boli. Sí, creo que hubiera escrito mejor que con este cacharro. Pero no os hubiera llegado.
Así están trascurriendo mis últimos días de este año. Mañana me vuelvo a Bilbao. Y ya no escribiré más hasta el año que viene, así que esta es mi última oportunidad de mandaros mis mejores deseos para el 2011. Urte berri on.

martes, 28 de diciembre de 2010

ZORIONAK ZURI

Ayer por la tarde (hace un rato) “repasé” “los 400 golpes”, una peli de Truffaut que tenía muchas ganas de rever. No se muy bien por qué.  Creo que la vi cuando tenía 13 años y seme quedó en alguno de esos lugares donde se nos quedan las cosas que nos impresionaron hace muchos años. Viéndola he recordado la escena que “bailaba” en mi interior desde entonces. La verdad es que no tiene mucha importancia en la película. El entra en un tiovivo (“Rotor”) que da vueltas y que lo levanta del suelo.
Así deben ser las cosas que vamos recordando de nuestra infancia. No nos impresionaron porque eran las más importantes del “discurso” del mayor, sino por otras razones que vaya usted a saber. También ahora será así con nuestro “discurso” de mayores.
La película muestra en los años cincuenta (aunque con un cierto tinte de atemporalidad) esa perenne lucha entre las represiones de los padres, los maestros, la policía, el sistema judicial,… y la huída sin saber dónde, la escapada hacia lugares más “libres”. Es una buena película, que se ve a gusto. Recomendada está.
Y, bueno, dejémonos de tonterías. Lo más importante del día de hoy es el cumple de Txutxi  (no digo cuántos, pero te faltan unos pocos para la jubilación). Y como siempre cae en vacaciones y nunca podemos cantarle lo del “Zorionak zuri”, pues que sirvan estas líneas como una pobre muestra de todo lo que le deseamos.
 (Todo el mundo no tiene un amigo que escriba un blog)

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Por fin vacaciones

Se acabó. O casi. Antes de desearos todo lo que se desea en estas fiestas, hago una pequeña recopilación de “sucesos”.
Os cuento que me he retirado del taller de escritura al que asistía con toda puntualidad una vez a la semana y del que iba dejando noticias aquí. No estaba disfrutando de él y ya no estoy en tiempos de sufrimientos baldíos.
Creo que he estado por última vez en el PIN. Y, como voy yo, resultó muy agradable: charla amistosa con varios profes tomando un café. (¡Qué conste que ni un solo alumno se nos despistó!). Un tema muy interesante: el cansancio sicológico del educador (y su consiguiente jubilación). No se si la palabra “cansancio” es la adecuada, pero realmente a medida que uno se hace mayor (sigamos usando el eufemismo) a los chavales se les ve más lejos y uno tiene menos ganas-fuerzas de hacer el camino que lleva hasta ellos.
Bueno, la próxima vez que vaya (al PIN) espero hacerlo con los nietos (así que hay tiempo para descansar). Porque, decía ayer un personaje en una peli, “los nietos son el regalo que Dios nos hace por no haber matado a los hijos”.
Ya sólo queda la fiesta de Navidad y la “parafernalia” de esta tarde de miércoles. Luego… Pues para luego (y sigo citando a otros: esta vez lo he visto en un bar de Santutxu) os deseo a cada uno el doble de todo lo que me deseais vosotros a mí.
Antes de marchar, os dejo un último cuento
Hasta el año que viene

jueves, 16 de diciembre de 2010

Va de cuento

Antes de que llegue el finde deseo dejaros el último de los cuentos que he escrito. No está trabajado. Es el fruto de una sesión del taller de escritura, tal cual Quizá influenciado porque en clase estamos trabajando el tema de la guerra y hemos empezado por "Apocalipsis Now".
Antes de que llegue el finde os recuerdo que pasaremos por la despedida de Enrique. Se va del curro y eso para mí, por supuesto, tiene connotaciones especiales. Tal como está la cosa a nivel económico y político no se si no sería lo que debería hacer yo a todo correr. Pero, en este momento, hacen falta 65  años y yo todavía no he vivido tanto.
Antes de que llegue el finde, tengo que desearos buen finde. El último - no lo olvidéis - anterior a la navidad.
Así que, buen finde para todos

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Los nabos en Adviento

Cada cosa tiene su tiempo y los nabos en Adviento. Ya lo decía el refrán.
Pero, posiblemente ya no sabemos muy bien qué es eso del Adviento y hemos conseguido que los nabos crezcan en cualquier época del año.
Así que lo de saber el tiempo de cada cosa ha perdido importancia. Y, casi seguro, habrá dejado de ser un signo de sabiduría.
Pero, hoy estoy preocupado-mosqueado y no quiero ir contra nadie, ni meterme con quien, seguro, no se lo merece.
La historia es bien sencilla. Hace casi dos meses me pidieron una columnita para la revista de la Escuela (sabéis que soy asiduo colaborador). Ante mi falta de inspiración en aquel momento, decidí “fusilar” algo que ya había escrito y publicado en este blog.
Hoy, mes y medio después, he retocado la columnita por exigencias del espacio de la revista, pero la hubiera tirado a la basura. Ya no me decía nada interesante, nada distinto de lo que uno puede encontrar en un libro de texto (Allí, incluso, estaría mejor y más completo). Y es que ya no era su tiempo.
Mosqueado, pues. Y preocupado porque este desfase en el tiempo se repite con mucha más frecuencia (y en asuntos mucho más graves) de la deseable en el terreno de nuestro trabajo educativo.
Acabo citando a Eduardo Martí. No le conozco, pero tiene un blog y en él este texto que resume perfectamente lo que me hubiera gustado trasmitir desde mis propias palabras
Kairos es una antigua palabra griega que significa el momento adecuado, el momento oportuno. Los griegos tenían dos palabras para referirse al tiempo: Cronos y Kairos. La primera se refiere al tiempo cronológico o secuencial, la segunda significa el tiempo, el momento indeterminado donde las cosas especiales suceden. Mientras la naturaleza de cronos es cuantitativa, la de Kairos es cualitativa.
Estar en Kairos, es tener la inspiración, es estar con la musa, son esos momentos que sabes, que sientes, que te da la espina que es necesario actuar en algo porque si no el momento se difumina. Estar en Kairos, es estar en el momento preciso, en el cual te sientes en sintonía, te sientes alineado para hacer cualquier cosa que quieras. Estar en Kairos, es estar en tu máxima plenitud de explotar el aquí y el ahora, de lo que puedes hacer con lo que esta sucediendo.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Se acabó el puente. ¡Viva Navidad!



El puente se acaba. Parecía largo, pero ¡qué va! Era muy corto. Como preveíamos. Y eso que alguna habrá aprovechado para hacerse un año más … mayor (digamos). Y eso que posiblemente el Informe PISA vuelve a hacernos a todos de nuevo bastante más viejos. Y la huelga de los controladores, con su consecuente reacción neo¿fascista? (aunque lo de los controladores no tenga nombre es un problema laboral que no se resuelve con la intervención del ejército sino posibilitando a quien lo quiera el acceso a un trabajo que no es más estresante que el nuestro). ¡Ay si pagaran los trabajos por estrés generado!. Y el Athletic que hace el ridículo y el BBB que no levanta cabeza. Y… Y la playa que haberla ha habido.
Pues nos queda el último arreón. A ver si acabamos de despeñar este año que bien merecido se lo tiene.
En los pocos días que quedan, tendremos que volver a hablar de educación. Que si no me van a echar del blog.

martes, 30 de noviembre de 2010

Ortografía y rutina


Ya os dije que había parón, que tenía muy pocas ganas de escribir. Pues bueno, habrá que rearmarse y volver a la carga, aunque la presencia inminente del puente me preocupa porque a lo mejor vuelve la parálisis.
Recuperemos el pulso con una frase sacada de Delibes (“Diario de un emigrante”): “Uno se mete en la rutina sin percatarse y, luego, es difícil salir. Es como cuando a uno se le mete la bici en la rodera de un camión; antes te caes que salir de ella. Y si quieres hacerlo, sin pegarte la costalada, has de apearte y hacer las cosas a ciencia y paciencia; pensando lo que haces”
“A ciencia y paciencia”, bonito.
Hoy no puedo olvidar, aunque en esta guerra no se me ha perdido nada, el lío que se está montando con la “nueva” ortografía. Espero recordar que “che” es antes que “col” y “llamar” antes que “luna”. Los que estudiamos francés tenemos la ventaja de haber tenido que consultar diccionarios que ya iban así hace muchos años (¿los que estudiasteis inglés?).
El asunto de las tildes y los monosílabos (¡ah, truhan!) es un poco sinsorgo, ¿no? Y lo de solo, ¿qué me decís que ya no va a llevar acento nunca? Llevo leídos miles y miles de “solo” que nunca tenían acento (por más adverbios que fueran) y siempre he entendido a mis alumnos. Creo que si alguna vez no los he entendido no ha sido por sus faltas de ortografía (más abundantes que las viñas en La Rioja). Alguna otra razón ya habrá habido.
Ahora cuando lea “solo” y no sepa muy bien si se trata de un adverbio o de un adjetivo, pensaré que el que lo ha escrito (si es un erudito) me ha dejado libertad de interpretación y que si no quiere que le malinterpretemos le bastará con utilizar el adverbio “solamente”. ¿De verdad es un problema la ortografía? ¿O el problema (importante y de fondo) es la utilización que hacemos de ella para dividir a la gente (nuestros alumnos sin ir más lejos) en listos y tontos, preparados y no, buenos o malos (incluyendo –por rutina, claro- un juicio moral sobre ellos)?
Pues eso, buen finde y larga vida (y si no nieva, mejor para los que no vamos a ir a la nieve). A la vuelta habrá foto en la playa.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Controles (no de alcoholemia)

Parece que me hubiera quedado mudo. Sin palabras. Más bien estoy sin ganas de escribir. Pero, ya hace casi una semana. Asuntos sí que ha habido: fiesta de la Escuela, asistencia pobre desde algún(os) plan (es) (por lo que he oído, que a mí me dejó sin digestión un medio malestar); reconocimientos a los ¿antiguos?, ¿viejos?; final de evaluación; ...
Y hoy mi primer control a los alumnos de Cuarto. Siempre he sido partidario de los controles por dos razones: me ayudan a saber dónde están, qué entienden, cómo trabajan (no sólo cuánto) y otros muchos elementos de su personalidad que se descubren en lo que escriben; por otro lado, creo que deben ayudarles a ellos a centrar lo importante, a hacer un último esfuerzo de síntesis de lo que han estado trabajando.
Y ahora que se habla incluso de la desaparición de las notas (parece que en Primaria) por que son "discriminantes" (ríanse uds. todo lo que se les ocurra, que no será suficiente), les ofrece a ellos (si está corregido de forma que ellos lo comprendan) una visión sobre su marcha real.

jueves, 18 de noviembre de 2010

"Regalos" comprometedores

Todos queremos trabajar a gusto (en la medida en que sea posible destruir una paradoja). Pero, trabajar a gusto no es importante sólo (todavía con acento) para el trabajador. Cualquier “empresario” sabe que ello aumenta la productividad del trabajador, su implicación, su dedicación,… Vamos que trabajando a gusto ganamos todos.
Y de esto va la conciliación en las empresas. No de regalos. No de que, de repente, aparece un empresario generoso, caritativo, paternalista,…etc. Con la conciliación ganamos todos.
Por ende, sin ella, perdemos todos. Espero que Equilia me permita reproducir aquí un par de párrafos de su web (gracias Judith, gracias Arrate)

El éxito de las organizaciones depende cada vez más de la calidad y del desempeño de las personas en su seno. En la medida en que las organizaciones sepan optimizar la gestión de sus personas, serán más competitivas en un entorno económico y social cada vez más complejo. […]
Los beneficios de la conciliación son múltiples tanto para las empresas como para los/las empleados/as:
    • Mayor motivación, compromiso, productividad/rentabilidad, atracción y retención del talento.
    • Reducción de costes, del estrés, de bajas, de rotación, de conflictos.
    • Mejora de la imagen corporativa, de liderazgo, de comunicación, de clima laboral,  de responsabilidad.
Dicho esto, debemos comprender que cualquier proceso de conciliación compromete a ambas partes. Que las medidas que se “pacten” no son papel que se pueda romper en cualquier momento sin que ello conlleve la ruptura y, por tanto la desaparición (o al menos un fuerte retroceso en el camino) de dicho proceso.
Ya se que en último término es un “regalo” de la dirección. Como mi vida fue, en último término, un regalo de mi madre. En su origen. Pero, el desarrollo posterior de nuestras relaciones, la marcha cotidiana de la vida familiar dependió en gran manera de su compromiso con las normas que entre ambos fuimos marcando. Cuando yo ya era mayor y ella quería ser arbitraria en sus decisiones no encontraba mi colaboración, ni mi presencia.
Es un ejemplo, claro. Cada uno que aplique lo aplicable.

Además, ayer estuve en el Bellas Artes de Bilbao. Ya se que muchos de vosotros habéis visto la exposición de Lazkano. Os invito a volver a verla. Merece la pena. Los miércoles es gratis la entrada.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Conciliemos

Somos educadores, pero no educamos en medio de la nada. Trabajamos en una empresa, como la mayoría de los trabajadores. Y por eso no nos es ajeno ninguno de los problemas que existen en el terreno de las relaciones laborales.
Las relaciones laborales tienen que ver con sueldos, contratos, convenios, comités de empresa, condiciones del trabajo,… y, últimamente, con algo que se llama “conciliación entre la vida familiar y la vida laboral”.
No entiendo muy bien por qué, pero se está “poniendo de moda”. Se trata de conseguir, por un lado, que cada uno de nosotros vivamos mejor nuestra cotidianeidad y, por otro, que la empresa no se resienta, incluso mejore sus rendimientos.
Quizás las características cambiantes del trabajo y de sus herramientas (los medios de producción) está propiciando una nueva forma de relacionar productividad con trabajo. Quizás los trabajadores buscamos nuevos caminos para conseguir mejoras. Quizás,…
Lo que está muy claro es que en la Escuela hay un grupo que piensa en desarrollar todo lo posible esa conciliación y en ese grupo estoy yo. Así que escribiré sobre el tema.
Mañana.

martes, 16 de noviembre de 2010

Lo prometido: los tocapelotas


El tocapelotas siempre lleva la reunión preparada, más preparada que los demás. O así quiere hacérnoslo creer.
El tocapelotas con la reunión preparada juega con desventaja si se “tropieza” con alguien un poquito “inteligente” y despiadado. Pero, él es más machacón, más pensamiento único y/o más fuerte.
El tocapelotas suele ser hombre, pero, a veces, la tocapelotas es mujer.
El tocapelotas suele buscar el último turno de palabra. Así su palabra es siempre la última, la definitiva y se puede marchar con la sensación del deber cumplido y de haber contribuido generosamente a la aclaración de las mentes menos clarividentes.
El tocapelotas no sabe nunca de la resistencia de los oídos ajenos a escuchar las últimas palabras, aquellas que se lleva el viento porque ya han abierto la puerta y hay corriente.
El tocapelotas no termina nunca la reunión cuando lo hacen los demás. Para él puede durar una semana más, un mes o incluso un trimestre, si hiciera falta.
El tocapelotas se define como tal porque siempre acaba embarcando a los demás en un trabajo inservible, inútil, desagradable, inapropiado para los “pelotastocados”, pero que él sabe muy bien que hay que hacer.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Programación ¿versus? improvisación

Reunión de coordinación de la ESO. Podemos discutirlo todo. Hace mucho que entendí que habitualmente el que defiende posturas contrarias a las mías ni es un tonto, ni un “tocapelotas”, ni un polemista porque sí, ni un vago que no quiere trabajar.
Por el contrario, habitualmente – repito – es alguien que piensa de forma distinta y trata de defender aquella postura que le parece la más correcta para que su trabajo llegue a buen puerto. En este tipo de discusiones, a la larga, suele imponerse lo que el paso del tiempo acaba por mostrar lo más razonable. Así que un poquito de paciencia. (¡Ah!, de los “tocapelotas” escribiré. Lo prometo).
La discusión que ahora me interesa (porque, como siempre, hubo varias) tenías que ver con la relación entre improvisación y programación. Surgió a partir de las salidas de los alumnos de la ESO a actividades que se realizan fuera del Centro.
La improvisación (encadenamiento de actividades formativas sin un hilo conductor explícito, aunque cada actividad haya sido pensada y elaborada) significa tener una “buena cintura” y estar siempre abierto a planes que beneficien a los alumnos; significa una mente fresca y buenas piernas; significa aprovechar los recursos que la sociedad nos ofrece; y significa llevar la educación allí donde vive la sociedad. Aprovechar todas las posible salidas del Centro es uno de los grandes logros de nuestra “ESO singular”.
Programar (elegir unos objetivos a conseguir en un tiempo establecido y con una metodología específica, siendo todo ello revisable) tiene la ventaja de poder medir la evolución de los alumnos y de la eficacia de nuestro trabajo (no me refiero, por supuesto, ni estricta ni única ni siquiera preferentemente, a contenidos conceptuales); tiene la ventaja de poner orden en nuestro trabajo de equipo; de disminuir las posibilidades de que el trabajo nos desborde; y, claro está, es más descansado.
Conseguir un buen equilibrio entre improvisación y programación es una de las claves (entre otras) de nuestra supervivencia y de aquello que antes se llamaba “nuestra realización” como profesores. (¿Cómo se dice ahora para no resultar cursi, anticuado o carroza?)
También este asunto merecería unas buenas cervezas. Así que me estoy planteando la posibilidad de poner una cervecería el próximo año.
Buen finde.

martes, 9 de noviembre de 2010

Miscelánea

Hoy va de miscelánea, o sea de "varios" que se decía antes.
Este fin de semana no he podido ir a la playa, así que Pili ha aprovechado para coger por primera vez en la vida setas (que está muy de moda), las ha cocinado, previa consulta a entendido, y yo he comido de ellas, que estaban bien ricas.
Se ha demostrado una vez más lo sano que es no hacer caso ni siquiera de los cuentos que uno mismo se inventa (consultar en esta página "Setas para cenar").
Yo me limito a fotografiar, que es más seguro.


He reterminado (porque he releído) "Noticias de la noche" de Petros Markaris. Y éste sí que es recomendable.


Para que aprovechéis el siguiente finde (o antes, incluso) os trascribo un microrrelato. Es de Julio Llamazares y se titula: "El día de mañana". Dice así:
Como muchos de su tiempo, mis padres se pasaron la vida pensando en el día de mañana "Hay que ahorrar para el día de mañana", "tú piensa en el día de mañana", me decían. Pero el día de mañana no llegaba. Pasaban los días y los años, y el día de mañana no llegaba.
De hecho, mis padres ya están muertos y el día de mañana aún no ha llegado.

Educación y enseñanza


Animado por Txutxi (y por mis propias ganas) he descansado un poquito. Mi blog tendrá que aprender también a callar.
Pero, volvamos sobre el tema que dejamos pendiente. Utilizo el plural porque siento un gran deseo de que alguno de los que leéis esto (que se que hay varios) empecéis a soltar la lengua (en este caso el boli) y digáis lo que pensáis. Todos sabemos que no estamos haciendo una tesis, sólo se trata de una charla de café (ahora se lleva hacerlo “en red”). Yo siempre escribo a vuela pluma en este foro. Claro que yo tengo muy poca vergüenza.
No hay forma, por supuesto, de separar enseñanza de educación. Hay entre ellas una relación dialéctica (¡cómo se echa de menos en las nuevas generaciones el léxico que proporcionaba estudiar filosofía y andar tonteando con conceptos marxistas!). Imposible desanudar lo que está fundido: se enseña educando y se educa enseñando.
Pero, el pensamiento, la razón se vuelven en algunos momentos analíticos y es entonces cuando, sin perder de vista el todo, debemos centrarnos en una de las partes. ¿Cuál? Sin duda, la que nos marcan nuestros alumnos (o sea el objeto de la educación-enseñanza).
Tengo la certeza (¿equivocada?) de que nuestros actuales alumnos (salvando, quizás, alguna excepción) no van a alcanzar los conocimientos necesarios para dar el salto a otra etapa de la enseñanza, salvo para determinados estudios profesionales (con tal de que se adapten a ellos y a la profesión, sin ir más lejos). Y desde esa certeza es desde donde se plantean dos grandes ámbitos de preguntas, preguntas que luego podrán multiplicarse:
- ¿En qué valores debemos educar? ¿Cuáles son los valores que queremos ayudar a crecer?
- ¿Cuáles son los conocimientos estrictamente imprescindibles para que nuestros alumnos lleguen al siguiente paso de su aprendizaje?
En la práctica, la respuesta a estas preguntas no es nada fácil. Enseguida empiezan a mezclarse las respuestas, a hacernos comprender que los dos ámbitos están profundamente interrelacionados, a poner en solfa no ya nuestro trabajo, sino incluso las bases de nuestra “profesión” y hasta nuestra propia vida.
Pero, debemos hacerlo. Con tranquilidad, sabiendo que vivimos todos –los alumnos y nosotros- en el mismo mundo, que no somos islas y que nuestras posibilidades no son infinitas, y con sabiduría, sabiendo que hay pasos adelante que se pueden dar y distinguiendo las tácticas que llevan adelante y que no sólo reproducen lo que ya existe.
Y, acabo por hoy porque seguiré dando vueltas a las dos preguntas, en esto estamos en esta Escuela desde hace tiempo. Pero debemos creérnoslo. Debemos dejar de dar vueltas al asunto de lo que los planes de estudio piden y dar definitivamente el paso adelante de crear un plan, que podamos revidar dentro de un tiempo suficientemente amplio como para que nos diga si hemos logrado algo (y cuánto) de lo que buscábamos y suficientemente corto como para que no nos durmamos en él y dejemos de atender a los alumnos de carne y hueso que vayamos teniendo.
Buen provecho.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La gran tentación

 Ayer estuve en la primera evaluación de este curso. Allí estaban viejos tics que difícilmente terminaremos de solucionar.
Es la tremenda pelea que no, por muy conocida, deja de reproducirse una y otra vez, curso tras curso, asignatura tras asignatura, profesor tras profesor.
La Escuela como instrumento de difusión de conocimientos versus la Escuela como espacio de educación. En realidad, siempre se trata del difícil y frágil equilibrio entre ambos polos. Porque, que yo sepa, nadie se atreve a negar ninguno de ellos.
Cuando la entendemos primordialmente como instrumento de difusión de conocimientos, los profesores nos sentimos más cómodos. Sabemos lo que hay que hacer. Nuestra profesión aclara cualquier duda. El conocimiento de cada materia debe llegar progresivamente, curso a curso, a determinados niveles (que sólo son el necesario para un nuevo ciclo de escolarización). Nuestro trabajo consiste en acompañar al mayor número posible de alumnos desde su nivel actual de conocimientos hasta el que alguien (el “Departamento de Educación”, decimos, como si ese ente tuviera vida independiente) ha marcado como alcanzable. Y separar del grupo a quien no llegue.
Cuando hablamos de educación todo se complica.
- ¿De dónde a dónde, dice usted?. Y, ¿por qué dice eso? ¿Para qué?
Acompañamos y en el caminos cambiamos nosotros (no sólo nuestras metodologías para adaptarlas a los tiempos) y nos tenemos que replantear quiénes somos (quién soy YO), qué buscamos, qué tipo de sociedad queremos, para qué personas, …
A veces nos cansamos, muchas veces nos cansamos, pero no sólo estamos dispuestos a hacerlo, sino que, además, lo hacemos habitualmente.
Pero, hay más.
La Escuela instrumento de difusión de conocimientos ocupa un lugar en la estructura social de la realidad. Y ahí es monopolista, no tiene rival, nadie duda su prestigio… mientras lo haga bien (cuando “bien” significa “al servicio de unos valores que de neutrales no tienen nada”).
La Escuela espacio de educación tiene que competir en un mercado “feroz”: la familia, los medios de comunicación, la todopoderosa televisión, la economía, … Y, en ese terreno, casi siempre juega con desventaja. Y ahí es donde los profesores nos sentimos incómodos: “¿qué puedo hacer yo contra…?”
Y, entonces, la primera Escuela deja de ser un polo de la tensión que hay que mantener siempre activo para convertirse en nuestra gran tentación.
Os invito a pensarlo… Y, ¡ojalá!, a hablarlo tranquilamente con una cerveza en la mano (ya se que algunos y, sobre todo, algunas, necesitaréis algo más fuerte que una cerveza).

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Valeria

Valeria vive desde hace un tiempo en Ibiza. La semana pasada sufrió un percance en la rodilla, mientras hacía el Camino de Santiago. Así que ha tenido que pasar unos días con nosotros en nuestra casa (aún los está pasando).
Hemos hablado, paseado, reído, discutido, hemos visto cine en vídeo, hemos comido juntos,... hemos visto alguno de los lugares turísticos de Bilbao... Y, salvo el acento distinto al nuestro con el que habla su español, nada haría sospechar que se trata de una uruguaya, una "emigrante" (¡qué fea palabra, aunque sirva para describir una situación concreta, específica, que marca la vida de muchas personas). Nada haría sospechar que es "distinta".
Llegó a casa un día después del rifirrafe que os contaba entre mis alumnos árabes y vascos. Y no hizo más que confirmar lo que de una forma bien bonita la madre de Kahn le dice a su hijo en una de las películas que vimos juntos este largo fin de semana ("Mi nombre es Khan"): "Sólo hay dos clases de personas: las buenas que hacen el bien y las malas que hacen el mal. No hay más clases de personas, ni más divisiones".
Por cierto, el lunes por la mañana estuve en la playa, mal que le pese a alguno. Tengo fotos y "testigas".

domingo, 31 de octubre de 2010

Tarde de domingo


Tarde de domingo oscura, lluviosa a ratos, con una hora menos de luz que ayer, la tranquilidad de que mañana también es fiesta, un rico chupito y buena música en los oídos. Así es ahora.
Además ganas de poner en común varias “historias” de estos últimos días: habrá que volver a la última clase del viernes. Había venido alguien de la Cruz Roja a hablar de los problemas de Haití. Supongo (quizás me equivoque) que traía preparadas varias dosis de moralina. Pero, de repente se encontró en medio del fuego cruzado que disparaban un portavoz del tercer mundo disfrazado de inmigrante marroquí dolido con su suerte y un portavoz de la más feroz xenofobia, de esa que sospecha que han venido a robarnos nuestro trabajo y nuestro tranquilo bienestar. El rifirrafe fue interesante y consiguió provocar lo que mis clases sobre la emigración no habían logrado. Habrá que volver sobre ello.
Luego, el sábado recuerdos de viejas épocas de dictadura al hilo del centenario de Miguel Hernández , la muerte de Camacho y el centenario de la CNT. Recuerdos, al mismo tiempo amargos por lo que significó de carencias de libertad y de alegre nostalgia porque era la juventud la que, aún sin saberlo, se expresaba una y otra vez. Aquí será más difícil volver. Nos quedará la oportunidad de recobrar viejas esperanzas, luchas más decididas y hasta ilusiones más utópicas.
Y el domingo paseo suave y agradable con sol casi todo él, una agradable comida y esta sobremesa en la que escribo.
Mañana también os recordaré