martes, 30 de noviembre de 2010

Ortografía y rutina


Ya os dije que había parón, que tenía muy pocas ganas de escribir. Pues bueno, habrá que rearmarse y volver a la carga, aunque la presencia inminente del puente me preocupa porque a lo mejor vuelve la parálisis.
Recuperemos el pulso con una frase sacada de Delibes (“Diario de un emigrante”): “Uno se mete en la rutina sin percatarse y, luego, es difícil salir. Es como cuando a uno se le mete la bici en la rodera de un camión; antes te caes que salir de ella. Y si quieres hacerlo, sin pegarte la costalada, has de apearte y hacer las cosas a ciencia y paciencia; pensando lo que haces”
“A ciencia y paciencia”, bonito.
Hoy no puedo olvidar, aunque en esta guerra no se me ha perdido nada, el lío que se está montando con la “nueva” ortografía. Espero recordar que “che” es antes que “col” y “llamar” antes que “luna”. Los que estudiamos francés tenemos la ventaja de haber tenido que consultar diccionarios que ya iban así hace muchos años (¿los que estudiasteis inglés?).
El asunto de las tildes y los monosílabos (¡ah, truhan!) es un poco sinsorgo, ¿no? Y lo de solo, ¿qué me decís que ya no va a llevar acento nunca? Llevo leídos miles y miles de “solo” que nunca tenían acento (por más adverbios que fueran) y siempre he entendido a mis alumnos. Creo que si alguna vez no los he entendido no ha sido por sus faltas de ortografía (más abundantes que las viñas en La Rioja). Alguna otra razón ya habrá habido.
Ahora cuando lea “solo” y no sepa muy bien si se trata de un adverbio o de un adjetivo, pensaré que el que lo ha escrito (si es un erudito) me ha dejado libertad de interpretación y que si no quiere que le malinterpretemos le bastará con utilizar el adverbio “solamente”. ¿De verdad es un problema la ortografía? ¿O el problema (importante y de fondo) es la utilización que hacemos de ella para dividir a la gente (nuestros alumnos sin ir más lejos) en listos y tontos, preparados y no, buenos o malos (incluyendo –por rutina, claro- un juicio moral sobre ellos)?
Pues eso, buen finde y larga vida (y si no nieva, mejor para los que no vamos a ir a la nieve). A la vuelta habrá foto en la playa.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Controles (no de alcoholemia)

Parece que me hubiera quedado mudo. Sin palabras. Más bien estoy sin ganas de escribir. Pero, ya hace casi una semana. Asuntos sí que ha habido: fiesta de la Escuela, asistencia pobre desde algún(os) plan (es) (por lo que he oído, que a mí me dejó sin digestión un medio malestar); reconocimientos a los ¿antiguos?, ¿viejos?; final de evaluación; ...
Y hoy mi primer control a los alumnos de Cuarto. Siempre he sido partidario de los controles por dos razones: me ayudan a saber dónde están, qué entienden, cómo trabajan (no sólo cuánto) y otros muchos elementos de su personalidad que se descubren en lo que escriben; por otro lado, creo que deben ayudarles a ellos a centrar lo importante, a hacer un último esfuerzo de síntesis de lo que han estado trabajando.
Y ahora que se habla incluso de la desaparición de las notas (parece que en Primaria) por que son "discriminantes" (ríanse uds. todo lo que se les ocurra, que no será suficiente), les ofrece a ellos (si está corregido de forma que ellos lo comprendan) una visión sobre su marcha real.

jueves, 18 de noviembre de 2010

"Regalos" comprometedores

Todos queremos trabajar a gusto (en la medida en que sea posible destruir una paradoja). Pero, trabajar a gusto no es importante sólo (todavía con acento) para el trabajador. Cualquier “empresario” sabe que ello aumenta la productividad del trabajador, su implicación, su dedicación,… Vamos que trabajando a gusto ganamos todos.
Y de esto va la conciliación en las empresas. No de regalos. No de que, de repente, aparece un empresario generoso, caritativo, paternalista,…etc. Con la conciliación ganamos todos.
Por ende, sin ella, perdemos todos. Espero que Equilia me permita reproducir aquí un par de párrafos de su web (gracias Judith, gracias Arrate)

El éxito de las organizaciones depende cada vez más de la calidad y del desempeño de las personas en su seno. En la medida en que las organizaciones sepan optimizar la gestión de sus personas, serán más competitivas en un entorno económico y social cada vez más complejo. […]
Los beneficios de la conciliación son múltiples tanto para las empresas como para los/las empleados/as:
    • Mayor motivación, compromiso, productividad/rentabilidad, atracción y retención del talento.
    • Reducción de costes, del estrés, de bajas, de rotación, de conflictos.
    • Mejora de la imagen corporativa, de liderazgo, de comunicación, de clima laboral,  de responsabilidad.
Dicho esto, debemos comprender que cualquier proceso de conciliación compromete a ambas partes. Que las medidas que se “pacten” no son papel que se pueda romper en cualquier momento sin que ello conlleve la ruptura y, por tanto la desaparición (o al menos un fuerte retroceso en el camino) de dicho proceso.
Ya se que en último término es un “regalo” de la dirección. Como mi vida fue, en último término, un regalo de mi madre. En su origen. Pero, el desarrollo posterior de nuestras relaciones, la marcha cotidiana de la vida familiar dependió en gran manera de su compromiso con las normas que entre ambos fuimos marcando. Cuando yo ya era mayor y ella quería ser arbitraria en sus decisiones no encontraba mi colaboración, ni mi presencia.
Es un ejemplo, claro. Cada uno que aplique lo aplicable.

Además, ayer estuve en el Bellas Artes de Bilbao. Ya se que muchos de vosotros habéis visto la exposición de Lazkano. Os invito a volver a verla. Merece la pena. Los miércoles es gratis la entrada.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Conciliemos

Somos educadores, pero no educamos en medio de la nada. Trabajamos en una empresa, como la mayoría de los trabajadores. Y por eso no nos es ajeno ninguno de los problemas que existen en el terreno de las relaciones laborales.
Las relaciones laborales tienen que ver con sueldos, contratos, convenios, comités de empresa, condiciones del trabajo,… y, últimamente, con algo que se llama “conciliación entre la vida familiar y la vida laboral”.
No entiendo muy bien por qué, pero se está “poniendo de moda”. Se trata de conseguir, por un lado, que cada uno de nosotros vivamos mejor nuestra cotidianeidad y, por otro, que la empresa no se resienta, incluso mejore sus rendimientos.
Quizás las características cambiantes del trabajo y de sus herramientas (los medios de producción) está propiciando una nueva forma de relacionar productividad con trabajo. Quizás los trabajadores buscamos nuevos caminos para conseguir mejoras. Quizás,…
Lo que está muy claro es que en la Escuela hay un grupo que piensa en desarrollar todo lo posible esa conciliación y en ese grupo estoy yo. Así que escribiré sobre el tema.
Mañana.

martes, 16 de noviembre de 2010

Lo prometido: los tocapelotas


El tocapelotas siempre lleva la reunión preparada, más preparada que los demás. O así quiere hacérnoslo creer.
El tocapelotas con la reunión preparada juega con desventaja si se “tropieza” con alguien un poquito “inteligente” y despiadado. Pero, él es más machacón, más pensamiento único y/o más fuerte.
El tocapelotas suele ser hombre, pero, a veces, la tocapelotas es mujer.
El tocapelotas suele buscar el último turno de palabra. Así su palabra es siempre la última, la definitiva y se puede marchar con la sensación del deber cumplido y de haber contribuido generosamente a la aclaración de las mentes menos clarividentes.
El tocapelotas no sabe nunca de la resistencia de los oídos ajenos a escuchar las últimas palabras, aquellas que se lleva el viento porque ya han abierto la puerta y hay corriente.
El tocapelotas no termina nunca la reunión cuando lo hacen los demás. Para él puede durar una semana más, un mes o incluso un trimestre, si hiciera falta.
El tocapelotas se define como tal porque siempre acaba embarcando a los demás en un trabajo inservible, inútil, desagradable, inapropiado para los “pelotastocados”, pero que él sabe muy bien que hay que hacer.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Programación ¿versus? improvisación

Reunión de coordinación de la ESO. Podemos discutirlo todo. Hace mucho que entendí que habitualmente el que defiende posturas contrarias a las mías ni es un tonto, ni un “tocapelotas”, ni un polemista porque sí, ni un vago que no quiere trabajar.
Por el contrario, habitualmente – repito – es alguien que piensa de forma distinta y trata de defender aquella postura que le parece la más correcta para que su trabajo llegue a buen puerto. En este tipo de discusiones, a la larga, suele imponerse lo que el paso del tiempo acaba por mostrar lo más razonable. Así que un poquito de paciencia. (¡Ah!, de los “tocapelotas” escribiré. Lo prometo).
La discusión que ahora me interesa (porque, como siempre, hubo varias) tenías que ver con la relación entre improvisación y programación. Surgió a partir de las salidas de los alumnos de la ESO a actividades que se realizan fuera del Centro.
La improvisación (encadenamiento de actividades formativas sin un hilo conductor explícito, aunque cada actividad haya sido pensada y elaborada) significa tener una “buena cintura” y estar siempre abierto a planes que beneficien a los alumnos; significa una mente fresca y buenas piernas; significa aprovechar los recursos que la sociedad nos ofrece; y significa llevar la educación allí donde vive la sociedad. Aprovechar todas las posible salidas del Centro es uno de los grandes logros de nuestra “ESO singular”.
Programar (elegir unos objetivos a conseguir en un tiempo establecido y con una metodología específica, siendo todo ello revisable) tiene la ventaja de poder medir la evolución de los alumnos y de la eficacia de nuestro trabajo (no me refiero, por supuesto, ni estricta ni única ni siquiera preferentemente, a contenidos conceptuales); tiene la ventaja de poner orden en nuestro trabajo de equipo; de disminuir las posibilidades de que el trabajo nos desborde; y, claro está, es más descansado.
Conseguir un buen equilibrio entre improvisación y programación es una de las claves (entre otras) de nuestra supervivencia y de aquello que antes se llamaba “nuestra realización” como profesores. (¿Cómo se dice ahora para no resultar cursi, anticuado o carroza?)
También este asunto merecería unas buenas cervezas. Así que me estoy planteando la posibilidad de poner una cervecería el próximo año.
Buen finde.

martes, 9 de noviembre de 2010

Miscelánea

Hoy va de miscelánea, o sea de "varios" que se decía antes.
Este fin de semana no he podido ir a la playa, así que Pili ha aprovechado para coger por primera vez en la vida setas (que está muy de moda), las ha cocinado, previa consulta a entendido, y yo he comido de ellas, que estaban bien ricas.
Se ha demostrado una vez más lo sano que es no hacer caso ni siquiera de los cuentos que uno mismo se inventa (consultar en esta página "Setas para cenar").
Yo me limito a fotografiar, que es más seguro.


He reterminado (porque he releído) "Noticias de la noche" de Petros Markaris. Y éste sí que es recomendable.


Para que aprovechéis el siguiente finde (o antes, incluso) os trascribo un microrrelato. Es de Julio Llamazares y se titula: "El día de mañana". Dice así:
Como muchos de su tiempo, mis padres se pasaron la vida pensando en el día de mañana "Hay que ahorrar para el día de mañana", "tú piensa en el día de mañana", me decían. Pero el día de mañana no llegaba. Pasaban los días y los años, y el día de mañana no llegaba.
De hecho, mis padres ya están muertos y el día de mañana aún no ha llegado.

Educación y enseñanza


Animado por Txutxi (y por mis propias ganas) he descansado un poquito. Mi blog tendrá que aprender también a callar.
Pero, volvamos sobre el tema que dejamos pendiente. Utilizo el plural porque siento un gran deseo de que alguno de los que leéis esto (que se que hay varios) empecéis a soltar la lengua (en este caso el boli) y digáis lo que pensáis. Todos sabemos que no estamos haciendo una tesis, sólo se trata de una charla de café (ahora se lleva hacerlo “en red”). Yo siempre escribo a vuela pluma en este foro. Claro que yo tengo muy poca vergüenza.
No hay forma, por supuesto, de separar enseñanza de educación. Hay entre ellas una relación dialéctica (¡cómo se echa de menos en las nuevas generaciones el léxico que proporcionaba estudiar filosofía y andar tonteando con conceptos marxistas!). Imposible desanudar lo que está fundido: se enseña educando y se educa enseñando.
Pero, el pensamiento, la razón se vuelven en algunos momentos analíticos y es entonces cuando, sin perder de vista el todo, debemos centrarnos en una de las partes. ¿Cuál? Sin duda, la que nos marcan nuestros alumnos (o sea el objeto de la educación-enseñanza).
Tengo la certeza (¿equivocada?) de que nuestros actuales alumnos (salvando, quizás, alguna excepción) no van a alcanzar los conocimientos necesarios para dar el salto a otra etapa de la enseñanza, salvo para determinados estudios profesionales (con tal de que se adapten a ellos y a la profesión, sin ir más lejos). Y desde esa certeza es desde donde se plantean dos grandes ámbitos de preguntas, preguntas que luego podrán multiplicarse:
- ¿En qué valores debemos educar? ¿Cuáles son los valores que queremos ayudar a crecer?
- ¿Cuáles son los conocimientos estrictamente imprescindibles para que nuestros alumnos lleguen al siguiente paso de su aprendizaje?
En la práctica, la respuesta a estas preguntas no es nada fácil. Enseguida empiezan a mezclarse las respuestas, a hacernos comprender que los dos ámbitos están profundamente interrelacionados, a poner en solfa no ya nuestro trabajo, sino incluso las bases de nuestra “profesión” y hasta nuestra propia vida.
Pero, debemos hacerlo. Con tranquilidad, sabiendo que vivimos todos –los alumnos y nosotros- en el mismo mundo, que no somos islas y que nuestras posibilidades no son infinitas, y con sabiduría, sabiendo que hay pasos adelante que se pueden dar y distinguiendo las tácticas que llevan adelante y que no sólo reproducen lo que ya existe.
Y, acabo por hoy porque seguiré dando vueltas a las dos preguntas, en esto estamos en esta Escuela desde hace tiempo. Pero debemos creérnoslo. Debemos dejar de dar vueltas al asunto de lo que los planes de estudio piden y dar definitivamente el paso adelante de crear un plan, que podamos revidar dentro de un tiempo suficientemente amplio como para que nos diga si hemos logrado algo (y cuánto) de lo que buscábamos y suficientemente corto como para que no nos durmamos en él y dejemos de atender a los alumnos de carne y hueso que vayamos teniendo.
Buen provecho.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La gran tentación

 Ayer estuve en la primera evaluación de este curso. Allí estaban viejos tics que difícilmente terminaremos de solucionar.
Es la tremenda pelea que no, por muy conocida, deja de reproducirse una y otra vez, curso tras curso, asignatura tras asignatura, profesor tras profesor.
La Escuela como instrumento de difusión de conocimientos versus la Escuela como espacio de educación. En realidad, siempre se trata del difícil y frágil equilibrio entre ambos polos. Porque, que yo sepa, nadie se atreve a negar ninguno de ellos.
Cuando la entendemos primordialmente como instrumento de difusión de conocimientos, los profesores nos sentimos más cómodos. Sabemos lo que hay que hacer. Nuestra profesión aclara cualquier duda. El conocimiento de cada materia debe llegar progresivamente, curso a curso, a determinados niveles (que sólo son el necesario para un nuevo ciclo de escolarización). Nuestro trabajo consiste en acompañar al mayor número posible de alumnos desde su nivel actual de conocimientos hasta el que alguien (el “Departamento de Educación”, decimos, como si ese ente tuviera vida independiente) ha marcado como alcanzable. Y separar del grupo a quien no llegue.
Cuando hablamos de educación todo se complica.
- ¿De dónde a dónde, dice usted?. Y, ¿por qué dice eso? ¿Para qué?
Acompañamos y en el caminos cambiamos nosotros (no sólo nuestras metodologías para adaptarlas a los tiempos) y nos tenemos que replantear quiénes somos (quién soy YO), qué buscamos, qué tipo de sociedad queremos, para qué personas, …
A veces nos cansamos, muchas veces nos cansamos, pero no sólo estamos dispuestos a hacerlo, sino que, además, lo hacemos habitualmente.
Pero, hay más.
La Escuela instrumento de difusión de conocimientos ocupa un lugar en la estructura social de la realidad. Y ahí es monopolista, no tiene rival, nadie duda su prestigio… mientras lo haga bien (cuando “bien” significa “al servicio de unos valores que de neutrales no tienen nada”).
La Escuela espacio de educación tiene que competir en un mercado “feroz”: la familia, los medios de comunicación, la todopoderosa televisión, la economía, … Y, en ese terreno, casi siempre juega con desventaja. Y ahí es donde los profesores nos sentimos incómodos: “¿qué puedo hacer yo contra…?”
Y, entonces, la primera Escuela deja de ser un polo de la tensión que hay que mantener siempre activo para convertirse en nuestra gran tentación.
Os invito a pensarlo… Y, ¡ojalá!, a hablarlo tranquilamente con una cerveza en la mano (ya se que algunos y, sobre todo, algunas, necesitaréis algo más fuerte que una cerveza).

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Valeria

Valeria vive desde hace un tiempo en Ibiza. La semana pasada sufrió un percance en la rodilla, mientras hacía el Camino de Santiago. Así que ha tenido que pasar unos días con nosotros en nuestra casa (aún los está pasando).
Hemos hablado, paseado, reído, discutido, hemos visto cine en vídeo, hemos comido juntos,... hemos visto alguno de los lugares turísticos de Bilbao... Y, salvo el acento distinto al nuestro con el que habla su español, nada haría sospechar que se trata de una uruguaya, una "emigrante" (¡qué fea palabra, aunque sirva para describir una situación concreta, específica, que marca la vida de muchas personas). Nada haría sospechar que es "distinta".
Llegó a casa un día después del rifirrafe que os contaba entre mis alumnos árabes y vascos. Y no hizo más que confirmar lo que de una forma bien bonita la madre de Kahn le dice a su hijo en una de las películas que vimos juntos este largo fin de semana ("Mi nombre es Khan"): "Sólo hay dos clases de personas: las buenas que hacen el bien y las malas que hacen el mal. No hay más clases de personas, ni más divisiones".
Por cierto, el lunes por la mañana estuve en la playa, mal que le pese a alguno. Tengo fotos y "testigas".