El beso

El beso

Fue como si cada uno de ellos intuyera al otro en medio de la multitud. Se miraron, primero de soslayo, luego directamente, con descaro, sorprendidos por aquel flechazo.
Sintieron una fuerte atracción mutua y entre los dos construyeron una telaraña de intimidad en medio de la muchedumbre: Se escondieron en ella de indiscretas miradas ajenas.
Al momento, fue tal el efecto que ambos desearon convertirse en el más bello del mundo para que el otro disfrutara con solo verlo.
Poco tardaron en comprender que resulta del todo imposible que dos puedan ser a la vez “el más bello”, que “el más bello” está reservado a un único individuo.
Así que hicieron honor a la tradición y a los cuentos, y se fundieron en uno solo para no traicionarse.