viernes, 12 de noviembre de 2010

Programación ¿versus? improvisación

Reunión de coordinación de la ESO. Podemos discutirlo todo. Hace mucho que entendí que habitualmente el que defiende posturas contrarias a las mías ni es un tonto, ni un “tocapelotas”, ni un polemista porque sí, ni un vago que no quiere trabajar.
Por el contrario, habitualmente – repito – es alguien que piensa de forma distinta y trata de defender aquella postura que le parece la más correcta para que su trabajo llegue a buen puerto. En este tipo de discusiones, a la larga, suele imponerse lo que el paso del tiempo acaba por mostrar lo más razonable. Así que un poquito de paciencia. (¡Ah!, de los “tocapelotas” escribiré. Lo prometo).
La discusión que ahora me interesa (porque, como siempre, hubo varias) tenías que ver con la relación entre improvisación y programación. Surgió a partir de las salidas de los alumnos de la ESO a actividades que se realizan fuera del Centro.
La improvisación (encadenamiento de actividades formativas sin un hilo conductor explícito, aunque cada actividad haya sido pensada y elaborada) significa tener una “buena cintura” y estar siempre abierto a planes que beneficien a los alumnos; significa una mente fresca y buenas piernas; significa aprovechar los recursos que la sociedad nos ofrece; y significa llevar la educación allí donde vive la sociedad. Aprovechar todas las posible salidas del Centro es uno de los grandes logros de nuestra “ESO singular”.
Programar (elegir unos objetivos a conseguir en un tiempo establecido y con una metodología específica, siendo todo ello revisable) tiene la ventaja de poder medir la evolución de los alumnos y de la eficacia de nuestro trabajo (no me refiero, por supuesto, ni estricta ni única ni siquiera preferentemente, a contenidos conceptuales); tiene la ventaja de poner orden en nuestro trabajo de equipo; de disminuir las posibilidades de que el trabajo nos desborde; y, claro está, es más descansado.
Conseguir un buen equilibrio entre improvisación y programación es una de las claves (entre otras) de nuestra supervivencia y de aquello que antes se llamaba “nuestra realización” como profesores. (¿Cómo se dice ahora para no resultar cursi, anticuado o carroza?)
También este asunto merecería unas buenas cervezas. Así que me estoy planteando la posibilidad de poner una cervecería el próximo año.
Buen finde.

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