lunes, 18 de octubre de 2010

Vengo de un funeral

Acabo de llegar de un funeral. Ha muerto mi tío Paco. Tenía 92 años y era el último de mis tíos y tías, el único que seguía vivo. A partir de ahora ya todos los primos somos huérfanos.
Natural. Y más si esto se escribe con 60 años. La muerte, claro está, es lo más natural. Aunque la escondamos.
Lo malo de cuando uno se queda huérfano es que ya no puede contar con los mayores. Los padres siempre estaban ahí. Algunas veces eran molestos, pero estaban. Uno no se sentía nunca definitivamente indefenso.
Además ya no queda nadie entre la muerte y uno mismo. Es (soy) el próximo. Le (me) toca el siguiente. Y la muerte, tan natural, cambia el futuro.
Hoy he recordado a mis padres, a los tíos y las tías (de alguno de ellos prácticamente sólo supe el nombre) y he llegado hasta la única abuela que conocí. Se podría escribir un tratado entero sobre la familia, la muerte,...
El cura que celebraba el funeral ha contribuido a mi “vuelta a la adolescencia”. No le he conocido en un primer momento. Me preguntaba quién sería aquel hombre capaz de construir un discurso como hacía tiempo no oía. Desde sus ideas y sus pensamientos, pero claro, preciso, bien hecho y bien dicho. Y, de pronto, me ha venido. Se trataba de Julián Gago. Fue profesor mío no se de qué cuando yo tenia 16 años y guardo un grato recuerdo de él.¡Que de buenos profesores he tenido antes de la Universidad!, ¡cuánto profesor malo he tenido que soportar en ella!.
Pero volvamos, Julián se presentaba a sí mismo como descendiente de pastores leoneses. Nunca supe si era verdad o era parte de su poesía. Pero, él fue el primero que me habló de ese mito del pastor como hombre sabio. La sabiduría nace de la soledad, el silencio y el contacto con la naturaleza.
Pues eso, que no nos quedará más remedio que enfrentarnos solos y en silencio con la muerte, que, al fin y al cabo, es lo más natural de la vida.

2 comentarios:

  1. Andrés, me emocionan tus palabras pues es tan cierto y fuerte eso del sentimiento de orfandad cuando las generaciones que nos preceden (más aún el propio padre y la propia madre)van yéndose de esta tierra. Tengo la fortuna aún de tener a mis viejos vivos pero hace unos meses murió mi tía abuela Olga, "la última de las mohicanas", fue la última en irse de una manada de 18 hermanos, 9 hombres y 9 mujeres... de ese prolifero familión provengo y cuando la Olga murió, sentí que se moría una parte esencial de mi adn y eso que a muchos de esos 18 ni los conocí.
    Hace un tiempo escribí unos posts sobre la muerte, quizás te interese leerlos, están en Evartículos: uno se llama "¿Cuál es la madre del cordero?" y el otro "La Madre del cordero II: Doña Muerte madre de la vida"
    Cariños!

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  2. Gracias, Eva.
    Leeré con atención y cariño tus posts en cuanto saque un ratito.
    Un abrazo

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